viernes, 14 de marzo de 2008

MI SOBRINA, LOS SAPOS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO


Vivo (para quien no lo sepa) en un pueblecito cercano a Talavera desde hace nueve años. Por suerte, todavía piso campo y naturaleza desplazándome tan sólo unas decenas de metros desde la puerta de mi casa. La ornitología me fascina, pero otros “bichos” tampoco se quedan atrás, y cuanto más “indeseables” mejor: insectos, culebras, lagartos y sapos me parecen seres fascinantes, beneficiosos y de comportamientos increíbles.
Hablando de los últimos, de los sapos, cada año (desde hace nueve) espero con impaciencia la llegada de la época de celo de los Sapos Corredores. Desde mi casa oigo a los machos desplegar un incesante coro de cantos para atraer a las hembras en la húmedas noches de finales de invierno, presagio de primavera.
El espectáculo sonoro se suele producir a principios de febrero, cuando numeroso machos y hembras se reúnen tras las lluvias en las praderas encharcadas.
En 2006 la cosa se retrasó de forma inusual (llevo registro de fechas y temperaturas desde 1999), este año pinta lo mismo y hasta puede que no se produzca. Yo lo achaco al Cambio Climático, que no sólo afecta a los glaciares sudamericanos o a la Antártida, también a los sapos del entorno de mi casa. No es normal que estando a 9 de marzo (prefiero quedarme en mi estudio escribiendo estas líneas que ir a votar) el verde aún no se haya apoderado plenamente del campo. La sequía manda.
En varias ocasiones he fotografiado el celo de éstos anfibios: cópulas, cantos de machos, etc... y este año quería filmarlos con la cámara de video. Este año se ha apuntado para acompañarme mi sobrina Laura, de casi 5 años, su madre y ella disfrutarían como enanas (la cosa del campo viene de familia), mi cuñado será el técnico de iluminación, portará la linterna para descubrir a los bichos y filmarlos, auque seguramente se asusten con tantos humanos. Recuerdo ahora cuando me acompañaba mi hijo Alejandro, pequeño y con cara perpleja, ambos con katiuskas y abrigados, descubriendo a decenas de sapos enamorados. Pero ahora Alejandro prefiere los mesenyer, internet, la pleiestesion y la pesepé. También algún vecino concienciado me acompañó algún año y alucinó.
Este año Laura espera mi llamada: “venir mañana por la noche que ya están cantado” pero el Cambio Climático lo impide. Ójala los mayores seamos capaces de que Laura herede un medio ambiente saludable donde por lo menos se note el pulso de las estaciones.
Ójala pueda venir a ver los sapos cantando alguna húmeda noche de finales de invierno, presagio de primavera.

Por Miguel Ángel de la Cruz Alemán