Nuestros socios y amigos de ARDEIDAS, José Soto y José Luis Margalet, estuvieron entre mayo y junio de este año en la Cordillera Cantábrica, en las Fuentes del Narcea, para intentar ver osos en libertad. Nos han hecho llegar esta crónica que no tiene desperdicio, para compartirla con todos nosotros y que te invitamos a leer. Seguro que ha sido una experiencia inolvidable que les ha enriquecido como personas y como naturalistas entusiastas defensores a ultranza del emblemático plantígrado ibérico. Sin duda nos dan envidia sana. Enhorabuena.
Valles del Alto Narcea |
A finales de primavera, entre el
30 de Mayo y el 2 de Junio, un par de socios de Ardeidas (José Soto y José Luis Margalet) nos dispusimos a viajar a Asturias con el doble objetivo de disfrutar de un largo fin de semana en la Cordillera Cantábrica
y probar suerte a ver si veíamos algún oso en libertad. Aunque tanto la época
(los osos estaban en celo) como la zona que íbamos a visitar de Las Fuentes del
Narcea (esos valles albergan unas de las mayores concentraciones de
plantígrados) nos animaban a ser optimistas con el segundo objetivo, jamás
habríamos podido imaginar lo que íbamos a experimentar en los cuatro días que
dedicamos a la tarea.
Para no poner más suspense al
asunto os adelantaré que “nos inflamos” a ver osos… machos y hembras, de todos
los tamaños y edades, realizando diferentes actividades, solitarios, en
parejas, tríos, hasta cuartetos, a pocos metros, a varios kilómetros de
distancia, en los acechos en medio del monte al amanecer y al anochecer, desde
la terraza de la casa rural donde nos alojábamos, cruzándosenos delante del
coche…. Dicho de otro modo, tuvimos más suerte que si nos hubiera tocado el
Gordo de Navidad y el del Niño en el mismo año.
El "Mirador" de Tino |
Para tener tanta suerte
evidentemente deben juntarse varias causas. La primera es que los osos estaban
en pleno celo, lo que hace que no respeten prácticamente su marcada
territorialidad y estén campeando durante casi todo el día por todo el
territorio. La segunda es que este año la “primavera botánica” venía bastante
retrasada, por lo que tanto abedules como robles no habían echado las hojas y
permitían ver perfectamente el interior de los bosques desde bastante
distancia. Las hayas, en cambio, ya estaban bien cubiertas de hojas. Los helechos, que deberían medir casi metro y
medio de altura, no levantaban más de 20 o 30 centímetros por lo que en
las amplias zonas cubiertas por estas criptógamas se podía escudriñar en busca
de grandes mamíferos y por supuesto seguirlos perfectamente si se divisaba
alguno.
La conjunción de todos estos hechos
evidentemente ayudó, pero quizá el factor crucial fue contar con la compañía y
consejo de Tino. Tino no sólo fue nuestro anfitrión, ya que nos alojábamos en
su casa rural, sino que nos acompañó en casi todas las esperas. Esto permitió que nos pudiéramos beneficiar de su gran experiencia
y conocimiento (ya que es guía titulado) al mismo tiempo que disfrutábamos de su pasión por estos valles.
Parecía que Tino tenía un “olfato especial” para otear a los osos, los rebecos,
los corzos… En algún momento llegamos a bromear sobre si “nuestro guía” tendría
algún compinche escondido por el valle, que soltara a los bichos cuando Tino le
hacía alguna señal.
La rutina que se debe seguir para
estas sesiones de observación de grandes mamíferos, es simple aunque un poquito dura. Es la misma que seguimos, por
ejemplo, cuando vamos “a lobos” en la
Sierra de La Culebra
o “a linces” en Andújar.
Hay que levantarse a las 5:45, para desperezarse,
desayunar, desplazarse al lugar de espera escogido, que suele ser un mirador
natural al que uno se aproxima en coche y luego llega caminando. La idea es
estar allí al amanecer en torno a las 7:00 con todos los cachivaches que
solemos desplazar los naturalistas: el telescopio, la cámara de fotos,
prismáticos, etc. ya montados y preparados.
Luego nos esperan de 3 a
4 horas (en casi silencio e inmovilidad) de búsqueda y si hay suerte
localización, observación y disfrute de fauna en libertad. Cuando hay suerte y
aparecen bichos, uno olvida el frío y la humedad que suelen meterse en los
huesos. Cuando no la hay, uno se pregunta ¿Pero quién me mandará a mí estar
aquí con lo bien que estaría en la cama calentito? Este año en Las Fuentes del Narcea, la
temperatura se portó muy bien (no bajó de los 5ºC ) y no nos llovió ningún día, sólo un
poquito de niebla una mañana. Incluso muchos días disfrutamos de sol. Recuerdo
este invierno en la Sierra
de la Culebra
acompañado de más socios de Ardeidas, que por la mañana empezábamos las esperas
a 12 grados bajo cero, menos mal que al final aparecieron los lobos y que mi
primo Paco llevaba su famoso caldito!!!!
A eso de las 11:00, uno deja la
espera, ya que los animales se vuelven mucho menos activos, y puede realizar
otro tipo de actividades: entrar en calor, senderismo, turismo rural, homenajes
gastronómicos, siestas….hasta que sobre las 5:30/ 6:00 de la tarde uno se
prepara para otra espera en el mismo u otro mirador hasta que anochece. Estas
esperas también permiten hacer contacto con otros locos que también disfrutan
pasando frío como tú, con la esperanza de ver algún bicho. En esta excursión
conocimos a Pablo Collado, un naturalista asturiano muy majo, que nos ha
mandado las fotos que vais a ver en esta entrada de blog y en el enlace adjunto.
Con esta simple rutina, la
compañía de Tino y muuuucha suerte tuvimos aproximadamente 30 avistamientos. No
os exagero, en treinta ocasiones diferentes estuvimos viendo osos. Algunos fueron cortos (1-5 minutos) y otros medianos (20-30 minutos). Incluso tuvimos alguno de varias
horas; una hembra con sus 3 crías nos estuvo deleitando desde que llegamos al
puesto de observación hasta que nos tuvimos que ir. Allí estaba ella, cerca de
la cabecera del valle donde empezaba a haber neveros, no había bosques y se
disfrutaba de tranquilidad, lejos de todos los “osos enamorados” y sobre todo
de los machos que pueden poner en peligro a las crías. Los osos “marchosos” se suelen situar más al fondo de los valles en las zonas más
boscosas. La madre osa estaba descansando, después de una noche de campeo, tumbada sin quitar ojo a los oseznos que no
pararon en todo el rato que les observamos. Se peleaban entre ellos, se subían
encima de la madre, se ponían a mamar, se volvían a pelear, se iban de excursión por las rocas
cercanas, se caían al intentar encaramarse a alguna roca complicada , volvían
corriendo con su madre, se volvían a pelear, se ponían a perseguir una
mariposa, volvían a mamar… No me extraña que la madre intentara descansar. En
el enlace tenéis algún vídeo grabado por Tino, entre ellos la paciente madre osa y sus 3 incansables
oseznos.
En algunas ocasiones vimos ejemplares
solitarios, sobre todo eran hembras que habían terminado el celo o individuos
juveniles que se acababan de emancipar. En la mayoría fueron grupos de 2, 3, 4
individuos, unidos por “el amor” y con dinámicas muy divertidas. A veces me
recordaban los comportamientos de los jóvenes en las discotecas: chico sigue a
chica, chica se hace “la interesante”, chico sigue a otra chica, chica sigue a
chico, chico se aleja “con dignidad” porque aparece en escena “un chicarrón”….
El número total de individuos
diferentes que vimos, no es fácil saberlo. Es seguro que a algunos les viéramos
en varios avistamientos diferentes y posiblemente en grupos distintos. También
es posible que a algún individuo que vimos en un valle algún día le viéramos en
otro valle cercano otro día, etc. Lo que es seguro es que durante esos días en
los 2-3 valles que visitamos había una concentración espectacular de osos.
Además de los úrsidos, pudimos disfrutar de una naturaleza preciosa y
muy diferente de la que solemos campear por nuestros parajes castellanos y
manchegos. Montañas y valles preciosos, con sus hayas, robles, abedules,
avellanos, tejos, acebos….rebecos, corzos, jabalíes, ciervos….ovejas, vacas,
caballos, mastines…azores, calzadas, ratoneros…. y un larguísimo etcétera.
Os animo a todos a que hagáis
viajes de este tipo, si la maldita crisis lo permite. Se cambia de aires, se
conoce gente muy maja, se prueba la gastronomía del lugar, y a veces hasta se
ve al animal que se busca. Sólo pediros que no molestéis a la fauna por querer
hacer “la mejor foto”, que sólo uséis los coches en caminos permitidos (andando
también se llega) y que hagáis caso a los guías y lugareños (nosotros estamos
de” visita” pero ellos viven y trabajan allí).
EN EL SIGUIENTE ENLACE
PODÉIS VER MÁS FOTOS Y VÍDEOS DE ESTA AVENTURA:
Texto: José Luis Margalet (El madrileño)
Fotos: Pablo Collado (Naturalista asturiano)
Vídeos: Tino (el que mejor conoce el Alto Narcea)
Nota: Las fotos y
vídeos adjuntas quizás no tengan la calidad técnica de un “reportaje de la 2” o del “National Geographic”, pero son
bastante explicativas de lo que vimos y cómo lo vimos. Todas fueron grabadas por
Pablo y Tino durante nuestras esperas de ese fin de semana.
Enlaces de interés:
Para alojarse: Casa Vuelta o sea “la casa de Tino” (muy
recomendable)
Sobre el Parque Natural del Alto Narcea: