sábado, 28 de septiembre de 2013

Actividades

RUTA POR LAS LAGUNILLAS DE GREDOS

El pasado 22 de septiembre domingo, un numeroso grupo, soci@s y simpatizantes de ARDEIDAS, organizaron una ruta poco conocida (pero no por ello menos atractiva) por la sierra de Gredos: La ruta de las Lagunillas. La crónica está realizada por Antonio Alía y a través de las fotos nos dan mucha pero que mucha envidia sana.

Os dejo con la crónica y las fotos, que no tienen desperdicio. Además podéis ver una ampliación de las mismas en el enlace:


 
Nutrido grupo de participantes

Difícilmente podíamos imaginar que tanta gente no tuviese otra cosa mejor que hacer en un domingo de ferias de septiembre que ir a perderse por la sierra de Gredos en busca de “Las Lagunillas perdidas”.

La jornada empezó, como muchas otras en la puerta de la Ilta, a las siete de la mañana para dirigirnos en varios coches hacia el punto de partida: Navalperal de Tormes. Parada obligada para comprar pan tierno, pero al estar los despachos de pan cerrados hicimos tiempo tomando un café unos y un chocolate calentito otros ya que la mañana se presentaba fresca, 6,5º  en la vaguada del Puerto del Pico.

Una vez en el aparcamiento de Navalperal, los 38 que fuimos entre jóvenes, menos jóvenes y niños, hicimos acopio de todo lo necesario para la larga jornada que teníamos que afrontar. Foto obligada de grupo y en marcha con forros polares y distintas prendas de abrigo que nos aislaban del frío mañanero. Prendas de las cuales nos fuimos despojando a medida que la primera rampa reclamaba su parte de esfuerzo.

Larga y angosta ruta hasta las Lagunillas que logramos encontrar gracias al GPS de Juan José Alarcia porque la ruta carecía de los hitos o indicaciones necesarias para poder orientarnos. Perdidos por sendas de ganado de dónde saltaban algunos machos de cabra montés y ralentizada la marcha por los piornos, el grupo se dividió en dos: los que iban a buscar la ruta y los que se guiaban por el GPS y un poco de sentido común.


Afrontando las fatigosas rampas


Paradas para descansar y recobrar fuerzas
Finalmente, tras una agotable caminata y tras haber perdido el rumbo un par de veces,  logramos encontrar la primera laguna y el ánimo nos invadió con la esperanza de la belleza que podían ocultar las otras Lagunillas...nuestro gozo se vio truncado porque, cuando llegamos al circo glacial, el agua había desaparecido y sólo quedaba un prado horadado por cursos secos de agua y pequeñas pozas de agua fría llenas de ranas y renacuajos...

El sol, que hasta ese momento nos había quemado los brazos y piernas, se ocultó entre algunas nubes y nos dio el descanso necesario para poder comer; unos a la sombra de un roquedo y otros tumbados al borde de una charquita...tres fueron los valientes que se sumergieron en las gélidas aguas de una charquilla, aún más alta, que les quitó el sudor y el polvo del camino.

Descansando y comiendo entre los gigantescos roquedos de Gredos

Disfrutando del panorama singular

En una de las lagunillas
El descanso duró poco para poder emprender la marcha de regreso. Y en el momento de la partida se formaron tres grupos: el primero decidió bajar por la senda de las Cinco Lagunas ya que se antojaba, de antemano, más fácil. Otro grupo de cuatro decidió bajar por la misma ruta haciendo parada en la Lagunilla, que no habíamos visitado anteriormente, y el tercer grupo más numeroso decidió volver por donde habíamos ido: por la cuerda de la ladera.

A las seis llegaron al parking de Navalperal los cuatro primeros caminantes, dos de los cuales no dudaron en quitarse el sudor y el polvo del camino en agua del río antes de quitarse el polvo de la garganta en el bar del merendero. Los demás fueron llegando poco a poco. Los últimos, los más pequeñitos, quienes fueron recibidos con aplausos, y sus padres, llegaron hora y media más tarde.

Nuestra épica jornada empequeñeció ante la gesta de un ciclista alemán, que descansaba en el merendero, y,  que había empezado su ruta en Alemania y tenía como meta las islas Canarias.

                                     

En el merendero, reponiendo fuerzas


¡Buena ruta!

Antonio Alía Portela















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