martes, 13 de agosto de 2013

Actividades

UN FIN DE SEMANA CON LOS OSOS ASTURIANOS

Nuestros socios y amigos de ARDEIDAS, José Soto y José Luis Margalet, estuvieron entre mayo y junio de este año en la Cordillera Cantábrica, en las Fuentes del Narcea, para intentar ver osos en libertad. Nos han hecho llegar esta crónica que no tiene desperdicio, para compartirla con todos nosotros y que te invitamos a leer. Seguro que ha sido una experiencia inolvidable que les ha enriquecido como personas y como naturalistas entusiastas defensores a ultranza del emblemático plantígrado ibérico. Sin duda nos dan envidia sana. Enhorabuena.

Valles del Alto Narcea

          A finales de primavera, entre el 30 de Mayo y el 2 de Junio, un par de socios de Ardeidas (José Soto José Luis Margalet) nos dispusimos a viajar a Asturias con el doble objetivo de  disfrutar de un largo fin de semana en la Cordillera Cantábrica y probar suerte a ver si veíamos algún oso en libertad. Aunque tanto la época (los osos estaban en celo) como la zona que íbamos a visitar de Las Fuentes del Narcea (esos valles albergan unas de las mayores concentraciones de plantígrados) nos animaban a ser optimistas con el segundo objetivo, jamás habríamos podido imaginar lo que íbamos a experimentar en los cuatro días que dedicamos a la tarea.

       Para no poner más suspense al asunto os adelantaré que “nos inflamos” a ver osos… machos y hembras, de todos los tamaños y edades, realizando diferentes actividades, solitarios, en parejas, tríos, hasta cuartetos, a pocos metros, a varios kilómetros de distancia, en los acechos en medio del monte al amanecer y al anochecer, desde la terraza de la casa rural donde nos alojábamos, cruzándosenos delante del coche…. Dicho de otro modo, tuvimos más suerte que si nos hubiera tocado el Gordo de Navidad y el del Niño en el mismo año.

El "Mirador" de Tino

          Para tener tanta suerte evidentemente deben juntarse varias causas. La primera es que los osos estaban en pleno celo, lo que hace que no respeten prácticamente su marcada territorialidad y estén campeando durante casi todo el día por todo el territorio. La segunda es que este año la “primavera botánica” venía bastante retrasada, por lo que tanto abedules como robles no habían echado las hojas y permitían ver perfectamente el interior de los bosques desde bastante distancia. Las hayas, en cambio, ya estaban bien cubiertas de hojas.  Los helechos, que deberían medir casi metro y medio de altura, no levantaban más de 20 o 30 centímetros por lo que en las amplias zonas cubiertas por estas criptógamas se podía escudriñar en busca de grandes mamíferos y por supuesto seguirlos perfectamente si se divisaba alguno.

        La conjunción de todos estos hechos evidentemente ayudó, pero quizá el factor crucial fue contar con la compañía y consejo de Tino. Tino no sólo fue nuestro anfitrión, ya que nos alojábamos en su casa rural, sino que nos acompañó en casi todas las esperas.  Esto permitió que nos  pudiéramos beneficiar de su gran experiencia y conocimiento (ya que es guía titulado) al mismo tiempo que  disfrutábamos de su pasión por estos valles. Parecía que Tino tenía un “olfato especial” para otear a los osos, los rebecos, los corzos… En algún momento llegamos a bromear sobre si “nuestro guía” tendría algún compinche escondido por el valle, que soltara a los bichos cuando Tino le hacía alguna señal.

       La rutina que se debe seguir para estas sesiones de observación de grandes mamíferos, es simple aunque un  poquito dura. Es la misma que seguimos, por ejemplo, cuando vamos “a lobos” en la Sierra de La Culebra o “a linces” en Andújar.

   Hay que levantarse a las 5:45, para desperezarse, desayunar, desplazarse al lugar de espera escogido, que suele ser un mirador natural al que uno se aproxima en coche y luego llega caminando. La idea es estar allí al amanecer en torno a las 7:00 con todos los cachivaches que solemos desplazar los naturalistas: el telescopio, la cámara de fotos, prismáticos, etc. ya montados y preparados.  Luego nos esperan de 3 a 4 horas (en casi silencio e inmovilidad) de búsqueda y si hay suerte localización, observación y disfrute de fauna en libertad. Cuando hay suerte y aparecen bichos, uno olvida el frío y la humedad que suelen meterse en los huesos. Cuando no la hay, uno se pregunta ¿Pero quién me mandará a mí estar aquí con lo bien que estaría en la cama calentito?  Este año en Las Fuentes del Narcea, la temperatura se portó muy bien (no bajó de los 5ºC) y no nos llovió ningún día, sólo un poquito de niebla una mañana. Incluso muchos días disfrutamos de sol. Recuerdo este invierno en la Sierra de la Culebra acompañado de más socios de Ardeidas, que por la mañana empezábamos las esperas a 12 grados bajo cero, menos mal que al final aparecieron los lobos y que mi primo Paco llevaba su famoso caldito!!!!

      A eso de las 11:00, uno deja la espera, ya que los animales se vuelven mucho menos activos, y puede realizar otro tipo de actividades: entrar en calor, senderismo, turismo rural, homenajes gastronómicos, siestas….hasta que sobre las 5:30/ 6:00 de la tarde uno se prepara para otra espera en el mismo u otro mirador hasta que anochece. Estas esperas también permiten hacer contacto con otros locos que también disfrutan pasando frío como tú, con la esperanza de ver algún bicho. En esta excursión conocimos a Pablo Collado, un naturalista asturiano muy majo, que nos ha mandado las fotos que vais a ver en esta entrada de blog y en el enlace adjunto.

     Con esta simple rutina, la compañía de Tino y muuuucha suerte tuvimos aproximadamente 30 avistamientos. No os exagero, en treinta ocasiones diferentes estuvimos viendo osos. Algunos fueron cortos (1-5 minutos) y otros medianos (20-30 minutos). Incluso tuvimos alguno de varias horas; una hembra con sus 3 crías nos estuvo deleitando desde que llegamos al puesto de observación hasta que nos tuvimos que ir. Allí estaba ella, cerca de la cabecera del valle donde empezaba a haber neveros, no había bosques y se disfrutaba de tranquilidad, lejos de todos los “osos enamorados” y sobre todo de los machos que pueden poner en peligro a las crías.  Los osos “marchosos”  se suelen situar  más al fondo de los valles en las zonas más boscosas. La madre osa estaba descansando, después de una noche de campeo,  tumbada sin quitar ojo a los oseznos que no pararon en todo el rato que les observamos. Se peleaban entre ellos, se subían encima de la madre, se ponían a mamar, se volvían  a pelear, se iban de excursión por las rocas cercanas, se caían al intentar encaramarse a alguna roca complicada , volvían corriendo con su madre, se volvían a pelear, se ponían a perseguir una mariposa, volvían a mamar… No me extraña que la madre intentara descansar. En el enlace tenéis algún vídeo grabado por Tino, entre ellos  la paciente madre osa y sus 3 incansables oseznos.


Osa campeando

       En algunas ocasiones vimos ejemplares solitarios, sobre todo eran hembras que habían terminado el celo o individuos juveniles que se acababan de emancipar. En la mayoría fueron grupos de 2, 3, 4 individuos, unidos por “el amor” y con dinámicas muy divertidas. A veces me recordaban los comportamientos de los jóvenes en las discotecas: chico sigue a chica, chica se hace “la interesante”, chico sigue a otra chica, chica sigue a chico, chico se aleja “con dignidad” porque aparece en escena “un chicarrón”….

       El número total de individuos diferentes que vimos, no es fácil saberlo. Es seguro que a algunos les viéramos en varios avistamientos diferentes y posiblemente en grupos distintos. También es posible que a algún individuo que vimos en un valle algún día le viéramos en otro valle cercano otro día, etc. Lo que es seguro es que durante esos días en los 2-3 valles que visitamos había una concentración espectacular de osos.


Macho en el brezal
      Además de los úrsidos,  pudimos disfrutar de una naturaleza preciosa y muy diferente de la que solemos campear por nuestros parajes castellanos y manchegos. Montañas y valles preciosos, con sus hayas, robles, abedules, avellanos, tejos, acebos….rebecos, corzos, jabalíes, ciervos….ovejas, vacas, caballos, mastines…azores, calzadas, ratoneros…. y un larguísimo etcétera.

      Os animo a todos a que hagáis viajes de este tipo, si la maldita crisis lo permite. Se cambia de aires, se conoce gente muy maja, se prueba la gastronomía del lugar, y a veces hasta se ve al animal que se busca. Sólo pediros que no molestéis a la fauna por querer hacer “la mejor foto”, que sólo uséis los coches en caminos permitidos (andando también se llega) y que hagáis caso a los guías y lugareños (nosotros estamos de” visita” pero ellos viven y trabajan allí).



Pablo, Tino, los dos Joses y un paisano

EN EL SIGUIENTE ENLACE  PODÉIS VER MÁS FOTOS Y VÍDEOS DE ESTA AVENTURA:

Texto: José Luis Margalet (El madrileño)
Fotos: Pablo Collado (Naturalista asturiano)
Vídeos: Tino (el que mejor conoce el Alto Narcea)

Nota: Las fotos y vídeos adjuntas quizás no tengan la calidad técnica de un “reportaje de la 2” o del “National Geographic”, pero son bastante explicativas de lo que vimos y cómo lo vimos. Todas fueron grabadas por Pablo y Tino durante nuestras esperas de ese fin de semana.


Enlaces de interés:

Para alojarse: Casa Vuelta o sea “la casa de Tino” (muy recomendable)

Sobre el Parque Natural del Alto Narcea:





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